El sentido oculto que equilibra la salud mental

La conciencia y reconocimiento de las señales fisiológicas, es decir, aquellas que se originan en tejidos, órganos y sustancias químicas que circulan por el torrente sanguíneo se conoce como interocepción. 

Procesos tan básicos como la sed, hambre, sueño o la sensación de frío y calor y otros más complejos como cambios corporales que van desde los latidos del corazón hasta las concentraciones cambiantes de ciertas hormonas en sangre son algunos de los mensajes que envía este “sexto sentido”, los que garantizan la supervivencia y no siempre son escuchados de forma consciente. 

El acto de sentir, interpretar e integrar información sobre el estado de los sistemas internos puede relacionarse con diferentes elementos como la atención interoceptiva, la detección, discriminación, precisión, percepción, sensibilidad y el autoinforme. Sin embargo, la mayoría de los procesos interoceptivos ocurren fuera del ámbito de la conciencia. 

Si bien no está claro de qué manera el cerebro estima el estado del cuerpo y reacciona ante él, neurocientíficos del Centro Médico Beth Israel Deaconess (BIDMC) arrojaron nueva luz sobre este proceso. Utilizando un modelo de ratón demostraron que la corteza insular juega un rol importante en cómo actúan y se interpretan las señales corporales. 

Este trabajo representa uno de los primeros pasos hacia la comprensión de la base neuronal de la interocepción, lo que podría permitir a los investigadores abordar cuestiones clave de la conexión mente-cuerpo no solo para mejorar el bienestar psicoemocional, sino también para incorporar nuevos y revolucionarios tratamientos para problemas comunes y condiciones difíciles de tratar como la depresión, ansiedad, trastornos alimentarios, obesidad, adicción al alcohol y drogas y muchas otras enfermedades.

Escuchar al propio cuerpo

La conversación entre cerebro y cuerpo se da a través de múltiples espirales de retroalimentación aferentes y eferentes. Escuchar este proceso requiere de diferentes enfoques.

Mientras que los deportistas suelen tener el sentido de la interocepción bien desarrollado, para discernir cuando una sensación física es normal o patológica o un dolor puede deberse a una sobrecarga o ser indicio de un daño muscular; el común de los individuos pasa por alto señales corporales que, en algunos casos, son manifestaciones de una emoción que desestabiliza el organismo. 

Incluso existen diferencias en la interocepción entre hombres y mujeres, lo que podría explicar, en parte, la vulnerabilidad, prevalencia y presentación de ciertas patologías mentales en ellas [5].

Este contraste se atribuye a las transiciones físicas y hormonales importantes que las féminas experimentan a lo largo de su vida, que pueden representar períodos de riesgo para el desarrollo de una interocepción atípica (con mayor cantidad de señales internas, pero con una interpretación de ellas deficiente) que, a su vez, aumenta el riesgo de enfermedad.

Durante estos períodos de cambio, la percepción y la predicción interrumpidas de las señales interoceptivas pueden contribuir a síntomas psiquiátricos específicos, temporales, irregularidades cognitivas y patologías episódicas, como la depresión posparto.

Nueva hoja de ruta

La fragmentación del procesamiento de señales sensoriales del sistema nervioso en interocepción, propiocepción y exterocepción comenzó hace más de un siglo, anterior al interés por vincular las interacciones cuerpo-cerebro con la experiencia consciente.

En noviembre de 2016, el Laureate Institute for Brain Research organizó con el apoyo de la Fundación William K. Warren, la primera Interoception Summit, una reunión de científicos de todo el mundo con el objetivo de acelerar el progreso en la comprensión de su papel sobre el bienestar. 

Fuente: www.savalnet.cl/mundo-medico

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