Carmelitas de Puangue celebraron sus bodas de plata en Melipilla

Las hermanas Carmelitas descalzas de Puangue celebraron sus Bodas de Plata, con una eucaristía presidida por el obispo Cristián Contreras Villarroel y una gran multitud de amigos de Puangue y zonas aledañas.

El templo Carmelo de Puangue se fundó el 8 de diciembre de 1991, bajo el nombre de “María, Madre de la Iglesia”, en alabanza y honor a la Santísima Madre María acompañando a la diócesis de Melipilla, la que en aquel entonces, también nacía.

Con ocasión del aniversario número 25 la comunidad cercana al Carmelo quiso acompañar a las hermanas de Claustro en la solemne eucaristía.

En la homilía monseñor Contreras invitó a la comunidad a reflexionar acerca del día de esta conmemoración: “Damos gracias por la vocación de las hermanas, las que hace 25 años llegaron acá desde el Carmelo de Talca y quienes además pertenecen a los cimientos de la diócesis la que acaba de cumplir 25 años y cuya fiesta será celebrada el día 25 de marzo del próximo año. Agradezco la intercesión de ustedes por tantos fieles que piden oración, personas que han estado muy enfermas y milagrosamente se han sanado”.

Una de las hermanas respondió que “Lo que nos nace en lo más profundo del corazón es darle gracias al Señor, a la santísima Virgen y a la Iglesia de Melipilla, a cada uno de los que nos han acompañado durante estos 25 años desde los inicios. Hoy la Iglesia estaba colmada de amigos, de gente que estuvo desde los primeros momentos, cuando este monasterio era un sueño, un ideal de tres hermanas que llegaron, y a cuya comunidad nos fuimos integrando las demás. Le doy gracias a Dios e invito a cada uno de nuestros hermanos de las distintas parroquias de la diócesis que nos acompañen en esta alabanza y nuestra acción de gracias, porque el Señor ha hecho maravillas y pedirle la gracias a Señor de la fidelidad, el gozo y la alegría en la consagración para cada una de nosotras, para cada uno de los religiosos sacerdotes y para cada uno de los cristianos de nuestra Iglesia diocesana, para nuestro pastor”.

Finalizada la eucaristía los fieles pudieron acercarse a un costado del altar, para saludar y recibir la bendición de las hermanas; lugar en el que las religiosas del Carmelo permanecen en un claustro -el que manifiestan es solo una separación física-, ya que dedican su vida a la oración por el prójimo.

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